Mi papá tiene fiebre alta! Ayer, su temperatura fue de 39,3 ºC. Tose constantemente y tiene problemas para respirar. Le conseguimos una máquina de oxígeno y ahora depende de ella las 24 horas del día.
Wenjun Wang, ama de casa de 33 años quien no ha salido de Wuhan desde el 23 de enero. Como ella, existen miles de familias que se encuentran desesperadas y sin saber que hacer desde que se desató para el mundo en diciembre del 2019, una creciente negrura viral que decidió iniciar su gran asalto al planeta en esta fecha.
Wuhan, conocido en verano como la “olla de China” por sus altas temperaturas en la época, se registra como la séptima ciudad más grande del país oriental, situada en el medio del río Yangtsé —el río más largo de Asia—, contando con uno de los puertos intermedios más grandes a lo largo de este curso de aguas, que desembocan en Shanghái y megalópolis de Chongqing, en donde los barcos hacen sus paradas.
Pero, el 17 de noviembre del 2019, la ciudad marítima fue atacada por una oleada siniestra, que paso por paso, logró llegar al hogar de su primera víctima. Wuhan se convirtió en un foco infeccioso por presentar el primer contagiado de un nuevo virus según una investigación del periódico hongkonés South China Morning Post basada en datos gubernamentales. Un virus que, al salpicar cualquier materia terrenal, lo convertía en objeto intocable y prohibido para el ser humano.
A continuación, los cinco países más afectados por la cantidad de fallecidos desde que inició la pandemia
Desde que se inició el nuevo brote, mi tío ha muerto, mi padre está gravemente enfermo, y mi madre y mi tía han comenzado a mostrar algunos síntomas.
Según el diario Hongkonés South China Morning, desde el primer caso detectado, se le sumaron de uno a cinco contagios diarios. Como si se alimentara de la población, el nuevo enemigo se expandía y crecía, esparciéndose hacía todo al que se le acercase. Para el 15 de diciembre, el número total de infecciones era de 27, y el 20 de diciembre había ya 60 contagiados.
La mancha del virus se adueña de las calles en China, como una avalancha, de casa en casa toca las puertas de las familias en el mes de enero; como una neblina oscura, la nueva oleada estaba acabando poco a poco con la luz de la ciudad, llevando a los ciudadanos a cerrar el mercado mayorista de mariscos de Wuhan, después de que se descubriera que los animales salvajes vendidos allí podían ser la fuente del virus.

Hong Kong e Italia antes y durante el confinamiento
Pandemia: Más de ochenta países infectados
Un Hombre de 61 años marca la historia de la humanidad, luego de estar acorralado bajo el velo de la nueva niebla infecciosa; su muerte el 9 de enero del 2020, se convirtió en signo de alerta para el resto de la especie humana, cuando La Comisión de Salud Municipal de Wuhan, anuncia que tal hecho fue consecuencia de insuficiencia respiratoria a raíz de una neumonía severa.
Sólo bastaron cuatro días para que Tailandia anunciara el primer caso del virus fuera de China, el paciente infectado es un ciudadano chino que había llegado de Wuhan. La avalancha apenas empezaba, el mes de enero fue protagonista de la propagación mundial de la catástrofe, se le sumaron países como Japón, Estados Unidos y Francia, llegando a superar las dos mil muertes mundiales a mitad del mes de febrero.
Como un fantasma, el virus atravesaba y poseía los cuerpos de las personas, recorriendo por todas las provincias de China continental, la OMS declara emergencia de salud global por COVID-19, así lo llamaron luego de múltiples investigaciones.
Como un ladrón con un plan siniestro, el virus se camufla entre los viajeros y el mundo es atacado por la oscuridad de la enfermedad; navegando de lado a lado las superficies de los mares; atravesando las fronteras internacionales y llegando como intruso a arrasar con la economía, perjudicando a los más vulnerables, infectando a un planeta entero. El mes de marzo fue crucial durante la propagación del virus, tanto, que, para la primera semana del mes, ya había ochenta y ocho países contagiados, llegando a afectar mundialmente la socioeconomía global, encuartelando a la mitad del mundo.

El documento editorial ‘Pandemia de COVID-19: pelea o huye’, realizado por Miguel Villegas-Chiroque, estableció que la presentación clínica del virus incluye fiebre, malestar general, tos seca, dificultad respiratoria y síntomas gastrointestinales, luego de un periodo de incubación de cinco días en promedio. Los días se convierten en calles vacías, la tecnología sale a relucir con robots desinfectantes, cascos inteligentes, drones equipados con cámaras térmicas y hasta un avanzado software de reconocimiento facial, todo para proteger la salud humana; el enemigo le declara la guerra al mundo, golpeando severamente al comercio mundial a través de la pérdida de ingresos.

El planeta ha dejado a un lado los conflictos territoriales entre naciones, para unirse y defenderse de la nueva lucha que se desató en noviembre del 2019. El nuevo contrincante desestabiliza la raza humana en todos sus puntos, el hombre se encuentra arrinconado por la amenaza global; la negrura viral parece estar a favor de todos los seres vivos, menos de los humanos.
La naturaleza y los animales inexplicablemente no están siendo atacados por el tsunami nebuloso, por el contrario, parecen estar disfrutándolo; y como no, si ahora están siendo realmente libres. Quizás la humanidad ha sido el virus del planeta a través de los años, y ahora, es el turno del hombre para sentirse acorralado.
Tenía dolores extraños, como médico me di cuenta de que era pulmonía. Sentía como un mico aferrado a mi espalda, así describía un paciente mío su síntoma y ahora, lo sentía yo, no puedo hablar de esta experiencia sin llorar. Me dejó la lágrima fácil, una infinita conmoción.
Esto lo comenta Biferali, cardiólogo contagiado romano quien estuvo atendiendo a los pacientes infectados en Italia, el país que se convirtió en foco de la epidemia en Europa y en el origen de los casos de México y Brasil.
Sálvense quien pueda: América Latina
La oscuridad de la enfermedad saca a la luz las debilidades de una región en permanente convalecencia social, económica y política, América Latina a pesar de ocupar uno de los últimos puestos en ser devorados por la pandemia, también se encuentra alejada en la lista para la compra de material médico imprescindible. El “oro negro” de la región empieza a caer en el peor momento.
La mancha viajera del COVID-19 atravesó todas las fronteras y logró entrar al territorio latinoamericano, arrasó con todos los países del continente durante el mes de marzo, el primer caso se reportó en Brasil a finales de febrero, y La primera muerte se registró en Argentina el 7 de marzo.
Me dolía hasta la piel y lo que más me alarmó fue que me dolían los dientes, fue horrible. En la noche llegué a 38,2 de fiebre ahí fue cuando llamé al SAME, me llevaron al hospital Muñiz y quedé internado,
Comentó Nelson Martínez para el periódico Minuto Uno, un argentino de 51 años, quien resultó positivo para el nuevo virus en Buenos Aires, Argentina; viviendo en cuarentena después de haber estado internado por siete días mientras lograba estabilizarse.

Para los primeros días del mes de marzo, México, Ecuador, Brasil, Chile y Perú, ya estaban en la lista negra de la nueva amenaza mundial, pero Colombia no pudo ser la excepción. El virus viaja de Milán a Bogotá en el cuerpo de una mujer, quien llega al país cuando este se encontraba en problemáticas sociales y políticas; pero, aun así, el gobierno asegura estar preparándose desde hace varias semanas para contener la expansión del virus.
El villano de esta historia sale victorioso, está cubriendo al mundo entero bajo su abrigo infeccioso, convirtiéndose en una plaga para la especie humana, contagiando uno a uno los habitantes de los continentes; empezó con los más fuerte, y ahora va por los más débiles, declarándole la guerra a la salud pública internacional.
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